viernes, 2 de enero de 2009

Te llamaré treinta y uno


Volvió a suceder
Casi, como una idílica costumbre y fiel a mi rareza de no comer uvas, mi mente recreó durante algunos segundos un examen anual de sueños ficticios, de eufóricos momentos y de lágrimas secas.
Eran las doce menos un minuto y allá en el kilometro cero la gente se llevaba a la boca, a modo de trampa, las uvas de la buena fortuna. Los cuartos sonaban como una trampa reiterada de confusión intrínseca y supersticiosa subjetividad y yo empezé a recordar...

Recordé la pretérita entrada de otro año, recordé frío. Recordé una expedición granadina cargada de placenteros infortunios, recordé un abnegado hasta siempre y una noche que nunca debió ser noche, recordé mas frío; Recordé tambien diferentes amistades en una ciudad en la que no hay nada imposible, recordé mejor tiempo y con él calor. Recordé un inolvidable éxodo a tierras boqueronas con inmejorable compañía, recordé demasiado calór; Recordé algo improvisado, un camino, una catedral, una "feitiña"...
Recordé empezar de nuevo y excederme, recordé gente despreciable, recordé otra vez el frío. Recordé un guiño en la mirada y un adiós avisado, pero cuando no tendría que recordar más, recordé otro reciente e injusto adiós...


Todo lo rememoré en doce segundos y con el descorchar de la primera botella del año volví en mi y mi mente pensó:

"Hasta dentro de un año"

1 comentario:

rlo dijo...

Me encanta.
Yo sigo recordando ese mismo año,pero a mi manera, y necesitando noches enteras..