lunes, 9 de marzo de 2009

CARTA DE UN DESERTOR

¿Quieren que les diga porqué? De acuerdo
Lo he hecho, maldita sea, una y mil veces si fuere necesario. Esta situación no la soporto más por el amor de Dios. Ayer cayeron Fermín y Augusto.
Llevábamos tres semanas en el bosque, dime tú si es normal, me cago en Judas, que hace cinco días que no como y encima llueve y hace frío.
Vale que hayamos retrocedido, que estemos huyendo por los bosques, vale que los nacionales tengan ya Madrid, pero con esto no puedo, no con Fermín. No me alcanza la memoria a recordar desde que nos conocíamos joder, toda una vida. Dos días hace que lo ha traído el cabo junto con varios cazadores de aquí de la zona; Todos muertos, no hay derecho, si era un chaval. No sumaba veinticinco veranos, bueno, los mismos que yo, ya lo sabes tú que tuviste tus mas y tus menos con él.
Todavía me acuerdo, y no creas que no se me encoge el estómago, me acuerdo de esas tardes en el río cuando me hablaba de ti. ¡Dime tu si no es irónico!, de ti. Que si te quería, que si la Claudia para arriba y la Claudia para abajo, y mira ahora, que no me he atrevido ni a mirarlo. Que no hay derecho coño. Que, no habremos corrido por el monte juntos y cómo nos poníamos en el bar, que ya Ramiro no sabía ni donde esconder la comida. Que teníamos nuestras broncas no te lo discuto, que nuestras buenos palos nos hemos metido y ahora míralo.
No hace ni dos días que me levanté, ni dos días, palabra, y ahí me lo dejaron como si me perteneciese. Que ni me miraba el teniente, bien sabía el de nuestra amistad. Los he mirado y nadie respondía, todos cabizbajos con el fusil al hombro, así diez minutos con Fermín yaciendo a mi vera como un perro atropellado.
Que no hay derecho, que me lo han matado. Pero si Fermín no sabía casi ni leer, que lo han matado por rojo; Si no había matado una mosca en su vida.
Aún recuerdo el día de reclutamiento, el día en que todos nos despedimos de nuestras familias, el día en que te vi llorar mi vida, ¿te acuerdas?, ¿recuerdas que te cogí de las manos y te juré por todos los santos que iba a volver contigo?¿recuerdas que le pediste a Fermín que cuidara de mi porque era más fuerte y mas taimado? Y míralo ahora mi vida. Dos veces, dos veces me ha salvado el pellejo por tonterías mías. Y mil mas, me decía, mil mas joder, que no hay derecho, que me lo han matado mi vida.
Cada noche, me enseñaba la foto de Elena, ¿la recuerdas?, esa señora tan redonda y tan santurrona. Por mi madre que a mi no me cogen, me decía, por mi santa madre que a mi esos fascistas no me cogen. Luego la besaba con los ojos cerrados y la guardaba en el bolsillo interior del uniforme, al lado del corazón.
Lo dicho mi vida, que lo dejo, que yo aquí no sigo. Ya llevo dos jornadas a pie por los bosques. Dime que no es cobarde mi amor, dime que entiendes que he abandonado a mis camaradas por algo justo, dime que es más heroico que un hombre vuelva al lado de su mujer que resistir a una guerra ya perdida. Dime que tu lo entiendes porque sino me muero mi vida. Que me han matado a Fermín, que yo ya no tengo a nadie, que hemos perdido y nos van a matar. Que están furiosos y nos van a torturar y yo con eso no puedo mi vida.
Solo quiero tocarte amor. Cada noche me imagino llegando a la finca y abriendo la puerta mientras tú caes en mis brazos entusiasmada de tenerme contigo de nuevo. Con esa sonrisa que tu tienes que me enferma tanto, con esa piel blanquecina y suave que recorría cada noche con mi boca antes de hacerte el amor. Con esa melena que cubre tus hombros y viste la ternura de carnal sensualidad. Con esos pechos tersos que hacen que me desvanezca y pierda el sentido, pero sobretodo con tu mirada mi vida. Esos pardos ojos que me interrogan y por los que dos lágrimas se suicidaban el día que nos despedimos.
Por todo eso estoy encima de una piedra llorosa de musgo escribiendo estas líneas, limpiándolas de sangre, de mi propia sangre que brota por mi angosto hombro mientras un soldado me mira exhalando una humareda gris provocada por un cigarrillo.
No me quita ojo de encima. Voy desarmado y quizá eso le excite aún más. Soy su prisionero y no creo que salga de esta. Me niego a dejar de escribir y él lo sabe. Solo aguarda a que termine para mofarse y aun así lo haré, terminaré la misiva y llegará a tus manos. Quizá no hoy ni mañana, no obstante estoy seguro de que alguien la leerá y se apiadará.
Vete mi amor, vete lejos y disfruta de una vida que me van a arrebatar pero recuerda solo una cosa: Recuerda que hay alguien que no dejó de pensar en ti, ni un solo día, y que si he muerto, ha sido por tenerte de nuevo a mi lado y volver a empezar.


Lo he hecho y volvería a hacerlo si fuere necesario. Adelante bastardo, no esperes más.

2 comentarios:

rlo dijo...

muy bueno!!

Raul dijo...

Me ha gustado mucho Sergy!