domingo, 26 de octubre de 2008

CANTO A LA MADRE NOCHE



Muerta ya la cordura, caes en mis manos como la implacable lluvia, me envuelves el cuerpo y el alma con tu manto gris

Oh dama de la locura, Que haces a los hombres débiles de carácter, frágiles al contacto de tu dulce y suave mano

Mano que agarra mis miedos, mano que invita al infierno pues el cielo es cosa de ellos
De aquellos que te temen, porque ven en ti la desmesura
de aquellos que te odian y te culpan de la envoltura,

De sus pecados
Soldados, De un país llamado nada, atados a aquello que llaman mañana

Pues siempre que Miles de oscuras canciones se escriban en tu regazo, cientos de historias de amor nacerán bajo tu manto

Mas las flores te odiarán, Por ocultar su belleza,
pero hay cientos de soñadores
Que maldicen la mañana cada día y con frecuencia Y den muerte a dichas flores, por recordarles que la vida sigue mientras el sol se acerca

Pobre de aquel que invite al gallo cantar sobre tu luna triste, maldeciré cien veces, si hace falta, el alba de los poetas, hartos ya de tanta pasión, marcados a fuego por ti, como transeúntes de tus venas, emborrachados de almas y sedientos de versos perdidos
Sueño con volver a soñarte, noche eterna, sueño con devolverte mi sexo, con acariciar tu pena

Me invitas a la reflexión, acoges nuestras hazañas como tuyas y culpas a las estrellas de robarte la escasa luz que emana de tu vientre

Recuerda siempre, Madre noche, que de ti dependemos los clandestinos en sueño, los bandoleros de corazones, a los mayores y a los pequeños Temerosos de que mueras, acertados con empeño de que tu hermana, la mañana, ya se asoma, por aquello que llaman cielo.

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