domingo, 21 de septiembre de 2008

NIEBLA


Me gusta la niebla, si. Quizá porque en mi niñez me ponía esos estúpidos guantes de colorines o quizá porque procuraba respirar hondo en un enero desprovisto de inquietudes.
Porque la nitidez nunca fue sinónimo de clarividencia, es mas, nunca se llegan a apreciar las cosas buenas que te rodean si no eres capaz de focalizar tu atención en lo concreto.
Si, recuerdo esas mañanas de niebla Recuerdo observar el río Duero con una capa de incertidumbre y olor a humedad mientras recogía mis dedos en los bolsillos y la punta de mis orejas se teñía de rojo vergüenza.
Recuerdo la obsoleta caldera del colegio y los balonazos con el frío, que nunca se asemejaron a los balonazos con calor, y las interminables tardes de invierno sin otra ocupación que mirar el tiempo.
Añoro la niebla, porque me traslada tambien, a un parque acompañado de alguna muchacha, ingenua tal como yo, en eso de querer.
Por último, y quizá mas importante, me gusta la niebla, el invierno y el frío porque una vez que llega el cuarenta de abril, mas o menos, regresa el estimado estío y vuelta a empezar.

No hay comentarios: