jueves, 11 de noviembre de 2010

La Muerte de Un Gusano

Me encuentro sentado encima de una roca, a oscuras; tan solo el reflejo de una vela devuelve a mis retinas lo que no quiero ver.

Mi mente procesa mil millones de pensamientos por segundo, mi corazón se acelera y mi mano tiembla como queriéndose escapar buscando tierra firme.

Es uno de esos días, uno de esos días en los que el espejo te devuelve una imagen que no es la tuya. Tan solo es una mezcla almibarada de lo que fuiste y de lo que anhelas ser, un trozo de vida inerte, un por qué cuyas interrogaciones se han empañado con el vapor de la ducha, una marioneta de alguien que se ha aburrido de ti y redime una última función reservada al abandono

Quizás esa gota de impotencia que hace un surco sobre mi cara y se suicida en el lavabo, no sea en vano. Puede que ese alguien no esté jugando conmigo sino esgrimiéndome cual gamuza para drenar de desdén mi ego.

Lo mejor de tocar fondo, es que te impulsas mejor para salir a la superficie de nuevo, sacar la cabeza, respirar y volver a empezar, es un ritual

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